Amabilidad y Respeto. Nota: aplica también con los hijos

Es común que tratemos a los compañeros de trabajo, a los vecinos cuando salimos a tirar la basura y a los extraños cuando vamos al súper o en la calle, de la mejor manera posible, siempre con respeto, hablando siempre en el más agradable tono de voz y siempre intentando tener una sonrisa en el rostro, y no precisamente porque sean las mejores personas del mundo, es simplemente porque “queremos dar lo mejor de nosotros a los demás”.

Ser amables con los demás es lo mejor que podemos hacer para respetar las mínimas normas de convivencia social, pero qué pasa cuando llegamos a casa y la magia y nuestro esfuerzo por ser amables y atentos se acaba, lamentablemente son nuestros hijos quienes no reciben de sus padres una sonrisa, un gesto amable y por el contrario reciben, gritos, malos humores y tratos faltos de respeto.

Hoy te pregunto mamá/papá ¿Para que?

¿Para que tratamos así a los más pequeños, a nuestros hijos? A, Porque si es el hijo de la vecina, entonces si “le doy lo mejor de mi”

¿Para que no ponemos el mínimo esfuerzo en controlar nuestro mal humor y nuestro poca paciencia con nuestros hijos?

¿porque?

¿porque son pequeños y no entienden? ¿Porque soy adulto y él me tiene que obedecer?

¿Porque es mi hijo y se aguanta?

A ya lo se ¿porque con los demás convivo pequeños momentos y a mis hijos los tengo todo el día?

Ó ¿Porque el me importa y lo quiero educar y a los demás no?.

Precisamente porque nuestros hijos son lo más importante y los estamos educando para la vida debemos tratarlos con respeto, con amabilidad, con PACIENCIA.

Luego nos extrañamos y decimos: es que mi hijo no me respeta, es que mi hijo me grita, me pega; recuerda, tu eres su máximo ejemplo a seguir y lo más seguro es que tenga esa conducta porque la ve en ti y para el eso es lo correcto, porque es lo único que conoce, porque su máxima figura de autoridad lo hace y si tú lo haces, para tu hijo está bien hecho.

Muchos padres piensan que si son amables con los hijos, entonces perderán la autoridad tan necesaria para que los hijos los respeten; no nos confundamos, ser amable y ser permisivo son cosas totalmente diferentes, respetar y ser amable con los hijos y su desarrollo implica marcarles pautas y rutinas a seguir, hacerles ver lo que está bien y lo que no, pero con paciencia, sin gritos, sin malos tratos, con amabilidad, “dando lo mejor de nosotros”.

No hay que olvidar que son niños, que están conociendo el mundo, que esperan todo de ti como figura de apoyo y de contención, pero sobre todo como ejemplo a seguir para saber cómo tratar a los demás y como tratarte a ti mamá, a ti papá.

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